La deuda de EE UU a 30 años cotiza al tipo más alto en casi dos décadas ante el plan fiscal de Trump
Las bajadas de impuestos agudizan las perspectivas de alza del déficit, reflejadas en la rebaja del ‘rating’ y en la débil subasta de bonos de ayer


El castigo a los bonos del Tesoro de Estados Unidos se prolonga por una sesión más, a medida que se agudizan las preocupaciones sobre el posible agravamiento de la crisis fiscal que atraviesa Estados Unidos. La deuda a 30 años cotiza con el tipo de interés más alto en casi dos décadas, precisamente cuando la Cámara de Representantes ha dado luz verde, por un estrecho margen, al plan fiscal de Donald Trump. La rentabilidad del bono ha llegado a tocar el 5,15%, según datos de Bloomberg, cotizando en el nivel más alto desde 2006. La deuda a 10 años, por su parte, sube dos puntos básicos y marca un tipo de interés del 4,616%.
El castigo a la deuda, además, se ha contagiado a los bonos de otros países, también por las preocupaciones acerca de la salud de las cuentas públicas. Sufren la presión vendedora, entre otros, los bonos a 30 años de Japón, Alemania, Reino Unido y Australia. El aumento de la carga de intereses de la deuda también repercute en las empresas y los hogares, que se enfrentan a tipos de interés más elevados en los préstamos. Esto crea un círculo vicioso en el que los déficits presupuestarios se disparan aún más en un contexto de menores ingresos fiscales.
La Cámara de Representantes ha aprobado este jueves por una diferencia de un solo voto (215-214) la gran ley de rebaja de impuestos impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que aumentará el déficit y la deuda. Dos congresistas republicanos han votado en contra por su preocupación acerca del impacto que tenga en las cuentas públicas. “Este proyecto de ley es una bomba de relojería de deuda”, dijo el republicano Thomas Massie en el debate. “Esta noche no estamos reorganizando las sillas de cubierta del Titanic. Estamos echando carbón en la caldera y poniendo rumbo hacia el iceberg”, añadió.
La agencia Moody’s arrebató el viernes pasado a la deuda estadounidense la última triple A o calificación de máxima solvencia que le quedaba entre las grandes agencias de rating. Su rebaja sirvió de detonante de un castigo a los activos estadounidenses que se ha agudizado a medida que avanza la semana. Prueba de las dudas de los inversores fue la subasta de deuda de este miércoles, en la que el mercado exigió una rentabilidad superior a la esperada y la demanda bajó respecto a otras subastas.
El caldo de cultivo de la desconfianza contiene más ingredientes. A la incertidumbre generada por la errática política comercial de Donald Trump, que ha lastrado el crecimiento de la economía estadounidense, se suma ley de rebajas fiscales y recorte del gasto que contribuirá a aumentar el déficit y la deuda federal, que ya se encuentran disparados.
El mercado de bonos está lanzado señales de alerta sobre la insostenible trayectoria de la deuda pública. Trump aseguró el martes en el Congreso que él es el mayor “halcón fiscal”, pero sus palabras tienen muy poco credibilidad, tomando en cuenta que el déficit y la deuda se dispararon durante su primer mandato.
En Estados Unidos, el volumen de bonos del Tesoro en circulación se ha disparado desde los 4,5 billones de dólares en 2007 hasta casi 30 billones en la actualidad, mientras que la ratio de la deuda pública total de Estados Unidos en manos de los inversores con respecto al tamaño de la economía ha aumentado desde alrededor del 35% en 2007 hasta el 100% en la actualidad, según la Oficina Presupuestaria del Congreso. La deuda bruta es superior, pero hay muchas tenencias de deuda intergubernamentales.
Trump hizo campaña prometiendo prorrogar unas rebajas fiscales que favorecían sobre todo a los más ricos. También propuso dejar libres de impuestos las propinas, las horas extraordinarias, las prestaciones de la Seguridad Social y, en algunos supuestos, los intereses para la compra de automóviles. A eso suma una rebaja de impuestos para las empresas que fabriquen sus productos en Estados Unidos. El proyecto de ley que impulsa sumará 3,3 billones de dólares a la deuda en la próxima década, según el Comité para un Presupuesto Federal Responsable, un grupo fiscalizador no partidista, pese a los recortes de gasto social que incluye para compensar parcialmente la rebaja de impuestos. Los cálculos son previos a las últimas modificaciones incluidas en el decreto, que no cambian el paisaje general.
“No creemos que las propuestas fiscales que se están estudiando actualmente den lugar a reducciones significativas del gasto obligatorio y los déficits durante varios años”, decían los analistas de Moody’s en referencia a los planes presupuestarios de los republicanos. “Durante la próxima década, esperamos déficits más elevados, ya que el gasto en prestaciones sociales aumentará, mientras que los ingresos públicos se mantendrán prácticamente estables. A su vez, los déficits fiscales elevados y persistentes aumentarán la deuda y la carga de los intereses del Gobierno. Es probable que los resultados fiscales de Estados Unidos se deterioren en relación con su propio historial y en comparación con otros soberanos con alta calificación”, explicaba el comunicado.
La subasta de deuda a 20 años del miércoles, en la que se colocaron títulos por 16.000 millones de dólares, se saldó con un tipo marginal del 4,047%, según informó el Departamento del Tesoro. Tras conocerse los resultados, los tipos de la deuda a ese plazo superaron el 5,10% en el mercado secundario. Que el resultado de las subastas de deuda genere tanta atención ya es un indicio de lo que preocupa la situación fiscal de Estados Unidos a los inversores.
Trump dobló la rodilla ante el mercado y declaró una tregua parcial de 90 días en la guerra comercial ante la presión de los llamados “vigilantes de los bonos”, el concepto que acuñó el economista Ed Yardeni en referencia a los inversores que venden bonos del Tesoro, haciendo subir la rentabilidad exigida por los mismos, cuando pierden la confianza en la política económica y fiscal de un país.
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