Jubilación y patrimonio: seguir invirtiendo para poder vivir de tus ahorros
La jubilación es una etapa larga, cambiante y cada vez más exigente, que requiere una estrategia de inversión personalizada y adaptada

Llegar a la jubilación no es cruzar la línea de meta, al menos no desde el punto de vista financiero. Más bien, marca el inicio de una nueva etapa en la que se transforma la relación con el dinero: dejamos de generar rentas activamente para depender en mayor medida del patrimonio acumulado. Y eso exige una estrategia financiera personalizada y a la medida de las necesidades y circunstancias de cada persona, además de compromiso y la voluntad de ocuparse de manera activa de las propias finanzas.
“Vamos a vivir más años, y eso significa más años que financiar. La clave está en ser disciplinados con el ahorro, exigentes con la rentabilidad y activos en la gestión de ese patrimonio”, señalaba Rocío Cifuentes, asesora financiera en Abante, en una entrevista con Vicente Varó, director de contenidos de Finect sobre la importancia de gestionar el ahorro una vez nos hemos jubilado. ¿Cómo podemos construir entonces una estrategia que se ajuste a trayectorias vitales tan distintas y a un horizonte financiero cada vez más amplio?
Lo primero que hay que tener claro es que la planificación financiera tras la jubilación no es algo estático ni universal. Cada persona vive esta etapa de manera distinta, con objetivos, recursos y situaciones personales diferentes. Por eso, la estrategia debe adaptarse continuamente y debería empezar pronto, cuando somos más jóvenes, tenemos aún más plazo por delante y, en consecuencia, más margen de maniobra para tomar decisiones.
¿Qué suele pasar cuando nos hemos retirado del mercado laboral y empezamos a cobrar la pensión de jubilación y a recurrir a nuestros ahorros? Como explicaba la asesora de Abante, al no contar con el salario habitual, nos volvemos más dependientes de nuestra cartera de inversión. Es decir, solemos recurrir a ese dinero y tendemos a ir reembolsando nuestras inversiones sin pesar que aún tenemos muchos años por delante y que todavía podemos seguir invirtiendo y gestionando activamente nuestro patrimonio.
Esto implica revisar regularmente el estado del patrimonio, ajustar la exposición al riesgo y mantener la mirada puesta en el largo plazo, aunque ya no se generen ingresos activos. “La rentabilidad sigue siendo importante en esta etapa. No por haber llegado a la jubilación dejamos de tener objetivos financieros. Además, por el puro factor del interés compuesto, cuanto más patrimonio tengamos trabajando, más se notará la rentabilidad en el largo plazo”, añade.
En este sentido, un aspecto clave es reconocer que los gastos no desaparecen con la jubilación. De hecho, pueden mantenerse o incluso aumentar. “Flaco favor se hace el inversor que piensa que va a gastar menos que en su etapa activa”, advierte la asesora. A los gastos corrientes hay que añadir otros que pueden aparecer con el tiempo, como los derivados de una mayor dependencia. Por eso, es fundamental anticipar esas necesidades y encajarlas en el plan financiero y personal: saber cuánto costarán, cuándo podrían llegar y cómo afectarán a nuestra capacidad de consumo y de ahorro.
Productos financieros para una jubilación sólida y flexible
Construir una estrategia para vivir de las rentas requiere revisar cómo está estructurado nuestro patrimonio y qué herramientas financieras pueden ayudarnos a conseguir ingresos de forma sostenible, de manera que podamos cumplir con nuestros objetivos vitales y desarrollar nuestro Plan de Futuro Completo. En ese camino, los fondos de inversión y los planes de pensiones siguen siendo elementos esenciales. Pero no los únicos.
A partir de los 65 años existen fórmulas que permiten convertir parte del patrimonio en una fuente de rentas con ventajas fiscales. Es el caso de las rentas vitalicias, que permiten reinvertir el importe de la venta de un inmueble o producto financiero y, si se cumplen los requisitos, acceder a una exención en el IRPF sobre las ganancias patrimoniales. “Es una opción muy interesante para quienes quieren asegurarse un ingreso periódico y reducir el impacto fiscal de esa operación”, explica la asesora de Abante.
Para quienes concentran buena parte de su patrimonio en vivienda -según el INE, el 77% de los españoles posee una vivienda en propiedad- existen mecanismos para hacer líquida esa inversión sin necesidad de venderla. “La nuda propiedad o la hipoteca inversa permiten transformar un activo inmobiliario en ingresos, manteniendo el uso y disfrute de la vivienda. Son soluciones que, bien planteadas, pueden ser útiles para complementar la pensión o generar liquidez sin perder seguridad”, señalaba Cifuentes, al tiempo que recordaba la importancia de analizar cada caso para ver qué solución es la más adecuada.
Una estrategia que no termina al jubilarse
Un punto clave que suele generar dudas es el rescate de los planes de pensiones. No se trata solo de cuánto se ha acumulado, sino de cómo se utiliza ese ahorro. “El momento del rescate es tan importante como el de la aportación. Puedes optar por una renta mensual, un rescate parcial o incluso dejarlo para tus herederos. Cada decisión tiene implicaciones fiscales distintas y debe valorarse dentro del conjunto del plan financiero”, apunta Cifuentes. Además, hay que recordar que si existen s aportaciones anteriores al 31 de diciembre de 2006 nos podemos aplicar una deducción del 40% siempre que hagamos el rescate en forma de capital y estemos dentro de los límites temporales existentes.
La jubilación no es un punto final en la planificación financiera, sino una etapa con nuevas exigencias y decisiones. “Aunque seas consumidor de tu patrimonio, debes seguir exigiéndole rentabilidad y sentido. Porque aún quedan muchos años que financiar, y la gestión sigue siendo clave”, concluye la asesora financiera.