Las claves: la defensa europea no se arregla solo con más gasto

La gran cuestión europea, esa que tiene reunidos a los ministros de Economía y Finanzas de la UE, quizá no sea tal. Los Veintisiete se dirigen hacia un rearme, chequera mediante, como respuesta al órdago del presidente estadounidense, Donald Trump, que dice que ya no quiere ser el policía del mundo. Paradójicamente, la respuesta a ese desafío es hacer en mayor o menor medida lo que el morador de la Casa Blanca pide: aumentar el gasto militar (y, de paso, gastarlo en armamentísticas estadounidenses). Son las cosas de la geopolítica.

La cuestión de fondo, sin embargo, es si es realmente necesario ese rearme. Sobre el papel, la Unión Europea –la suma de los Estados que la conforman, mejor dicho– tiene un presupuesto para defensa mayor que su enemigo, Rusia, e, incluso, mayor que el que China aflora. Lo que lleva a pensar que es posible que la respuesta no sea tanto que haya que aumentar el presupuesto, que también, sino que hay que coordinarse un poco mejor. Pero esto, claro, es más difícil. Y a Bruselas se le da mejor gastar y legislar que reunir consensos. Es esta una buena ocasión para dejar de ser, en todos sus aspectos, una alianza de carbón y acero.

De oferta en oferta y tiro porque me toca

Enfrentarse al lobo de la inflación en el país en el que más avanzan los precios de toda América Latina es un reto mayúsculo que requiere, como poco, tener una buena agenda (o un buen Excel). Muchos argentinos recurren a diario a ofertas y promociones para poder llenar la nevera y no arruinarse en el intento. Esta tendencia, además de por lo obvio, se da –o eso dice un experto– porque “en Argentina hay una tensión permanente entre lo que se quiere y lo que se puede”. Que la gente quiere vivir por encima de sus posibilidades, vamos. A base de cupones. Ellos también tendrán culpa de la inflación galopante, ya puestos.

Wall Street se cae del caballo de los remedios de Trump para la inflación

Donald Trump pone de su parte con los aranceles, pero lo cierto es que la Bolsa de EE UU ya estaba muy cara en términos históricos antes de su llegada, y que el mundo ya llevaba una orientación proteccionista (o aislacionista) antes de que comenzara el segundo mandato del republicano.

La economía del país había aguantado relativamente bien –igual que Europa en general, y en particular España– en términos de crecimiento y de empleo... a costa del poder adquisitivo de sus ciudadanos. La inflación fue precisamente uno de los motivos que auparon a Trump al poder. Ocurre que lo que dicen los políticos de las medidas de otros políticos suele ser cierto, pero lo que dicen de las suyas no: y a los remedios supuestamente milagrosos del presidente ya se les está viendo el cartón.

La frase

Todos podemos sentir de nuevo los vientos de la historia en las velas de nuestra industria. Hay más posibilidades de que Elvis hable que de que el plan de transición energética actual funcione. La estrategia actual de cambiar prematuramente a alternativas inmaduras ha sido muy autodestructiva

Amin Nasser, CEO de Aramco

El coraje de estar solos sin sentirse aislados

El problema no es estar solo, casi tampoco sentirse solo: es más bien pensarse solo, creer que la soledad no tiene solución. Sentirse aislado. Así lo explican los expertos en soledad no deseada, que señalan que no hay que forzar las relaciones sociales, sino conseguir que la persona se relaje y vea su forma de relacionarse de forma menos negativa, con más esperanza.

Las personas que tienen muchas relaciones también pueden sentirse solas, aunque sea de forma inconsciente; quizás estén dedicando más esfuerzo del que les conviene para mantener esos lazos que les salvan de la soledad tangible. Como dijo el escritor Eduardo Galeano, “ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos”.