Incentivos adecuados para revitalizar el parqué
En otra época la salida a Bolsa parecía el destino natural de las empresas a medida que crecían


Dice el refrán que se puede llevar el burro al río, pero no se le puede obligar a beber agua. El desarrollo del mercado de valores es un objetivo deseable, pero cuya consecución depende de las decisiones de las empresas implicadas. En la mano de los poderes públicos, y de los gestores de los mercados, está el desarrollo de los incentivos o la eliminación de frenos.
En otra época la salida a Bolsa parecía el destino natural de las empresas a medida que crecían, fuera para captar financiación como, para la venta de paquetes accionariales o para facilitar la transición generacional. Inditex es el caso de estudio: salió a Bolsa en 2001 con la venta de algo más del 25% del capital y desde entonces ha ofrecido a sus inversores una rentabilidad anualizada en torno al 12% mientras se encaramaba al liderazgo mundial del sector textil.
Ahora bien, la explosión del capital riesgo a partir de la crisis financiera alteró el panorama. Con tipos al 0% la potencia de fuego de estos vehículos ha sido casi ilimitada, y durante u periodo de tiempo muy largo. Así, frente al largo proceso de armar una salida a Bolsa, con implicaciones en términos de transparencia y buen gobierno, muchas empresas familiares acabaron por cerrar operaciones de venta con estos inversores privados. La Bolsa tiene indudables ventajas, desde la capacidad de financiación hasta la posibilidad de mantener la gestión... Pero la colocación es un proceso harto delicado, y muchas se salieron del camino por la vía rápida.
En este sentido, el régimen impulsado al alimón por CNMV y BME cierra un flanco débil: en los meses que tarda una empresa desde que arranca los trámites para la salida a Bolsa hasta que la operación se puede concretar las condiciones de mercado o de negocio pueden cambiar radicalmente. El régimen previo de admisión a negociación da un cómodo margen de 18 meses para preparar los libros de colocación y elegir el momento adecuado.
La medida no es una bala de plata; la empresa familiar seguirá barajando tantas opciones como pueda y decidirá en función del precio y de otros condicionantes. Pero ayuda a reequilibrar los incentivos. Distintos informes europeos han recogido las ventajas a nivel macroeconómico de la financiación en mercado, en particular en momentos como el actual, cuando se combinan las necesidades de inversión con una creciente preocupación por la industrial local y la autonomía estratégica.