Trump vuelve a jugar con fuego en el plano financiero
las dinámicas inestables en el mercado de bonos tienen la capacidad de retroalimentarse, multiplicando la magnitud de las turbulencias


Por segunda vez en menos de dos meses, las cotizaciones de la deuda pública han vuelto a agitar los mercados financieros. Más allá del impacto, más obvio, de la guerra comercial y el riesgo de recesión, son los bonos el factor con mayor capacidad desestabilizadora. La deuda estadounidense a 30 años tocó el martes el nivel más alto en casi dos décadas, ya instalada por encima del umbral del 5%. Estados Unidos ha coexistido con un déficit rampante desde hace muchos años, con el que el mercado convivía con cierta comodidad gracias al carácter de reserva y referencia global del dólar. Las rupturistas políticas de Donald Trump en el apartado comercial han erosionado esa condición. Y, si los inversores se replantean el reparto de sus carteras, es obligado que echen un vistazo a las cuentas públicas.
Esta semana han coincidido la rebaja de calificación financiera por parte de Moody’s con un plan fiscal de la Casa Blanca ya aprobado por la Cámara de Representantes y que implica una importante rebaja de impuestos que aumentará aún más la deuda, actualmente en el 98% del PIB. Los cálculos de la Oficina Presupuestaria del Congreso apuntan a que el déficit federal aumentará en 3,8 billones de dólares a lo largo de la década. De los efectos de la motosierra de Elon Musk poco se sabe. EE UU aumenta el gasto en defensa, las exenciones fiscales a las rentas más altas y recorta en ayudas sociales. La normativa, de todos modos, aún debe pasar por el Senado, con una mayoría republicana aún más ajustada que en la Cámara de Representantes.
Más allá de ser un texto legal que perjudica a las rentas bajas y puede agrietar la base social de Trump, el impacto económico del plan está por ver. Las rebajas de impuestos tienden a estimular el crecimiento, pero también a elevar la inflación. Pero más inmediato es el efecto en los mercados, donde la credibilidad del Tesoro, y de la Administración, vuelve a estar en entredicho. No solamente por el efecto directo de los déficits en la percepción de los inversores y, por lo tanto, en la cotización de la deuda. Como se vio en el mes de abril, las dinámicas inestables en el mercado de bonos tienen la capacidad de retroalimentarse, multiplicando la magnitud de las turbulencias. Capeado el huracán de abril con la marcha atrás de la mayor parte de la nueva carga arancelaria, la Administración estadounidense se acerca de nuevo al filo de la navaja en el implacable contexto de los mercados financieros. La deuda se ha ido acumulando con sucesivos Gobiernos, demócratas y republicanos; lo novedoso es la agitación que ha traído consigo Trump.