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La Lupa
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El racismo entra en las élites: “El inmigrante no es rentable”

La ola antiinmigración alcanza a economistas de prestigio, que propugnan cerrar la frontera a los extranjeros no universitarios

Un obrero de la construcción trabaja en una edificación en Valladolid.

A estas alturas es obvio que la inmigración es el tema clave para conducir a las masas de votantes desde posiciones centradas o progresistas a conservadoras y de ultraderecha, para lo que se mezclan datos reales y desinformación. Lo más frecuente es colocar al inmigrante como protagonista de delincuencia y abusos sexuales, además de causa de las colas en sanidad y la falta de plazas y becas en educación, que perjudican a los nativos. Estas manipulaciones se veían compensadas con verdades incuestionables, como que este colectivo cubre la falta de mano de obra en muchos sectores, donde no quieren trabajar los españoles (limpieza del hogar, cuidado de mayores y niños, construcción, agricultura o restauración), así como que, ante la baja tasa de natalidad, su contribución es necesaria para sostener el sistema de pensiones.

La novedad está en que se está extendiendo el discurso que niega hasta la aportación económica de la inmigración. Además, este estigma arranca de personas muy preparadas, reputadas y con elevada influencia en las élites, que realizan aseveraciones muy despreciativas hacia el inmigrante con baja formación y procedente de otra cultura, ya que se le acusa de no ser rentable y colonizar la nación España. Estas afirmaciones se realizan en medio de exposiciones con amplio despliegue de datos, donde se mezclan pruebas irrefutables, evidencias y opiniones con rigor discutible.

Un caso reciente y llamativo, pero no único, es el de Jesús Fernández-Villaverde, catedrático de Economía de la Universidad de Pensilvania y uno de los economistas más prolíficos e influyentes actualmente en España, coautor del interesante libro La factura del cupo catalán: privilegios territoriales frente a ciudadanía. Fernández-Villaverde señalaba hace dos semanas a El Mundo que “el nivel de inmigración que tenemos en España es insostenible y económicamente muy mal negocio”. El mensaje llamaba a profundizar, y se encuentra desarrollado y descarnado en una conferencia magistral que dio en la Fundación Rafael del Pino (12-12-2024, disponible en Youtube).

“España tiene que decidir el cierre total y absoluto a la inmigración no cualificada. Y esto no es que sea legal o ilegal, me da exactamente igual. No podemos traernos ni un solo inmigrante no cualificado más”. Para llegar a semejante afirmación, asegura que “estamos en un Estado del bienestar, que coge dinero del 10% más rico y se lo paga al 70% de abajo, los de entre el 71% y el 90% se quedan más o menos en cero entre lo que pagan y reciben (del Estado). Esto quiere decir que cada vez que traes a un inmigrante que está en el 70% de abajo, sales a perder. Esto son datos de los daneses. No tenemos datos públicos similares de España, pero estoy seguro de que sale exactamente igual”.

En conclusión: “Los inmigrantes son un mal negocio a menos que te vengan al 10% de arriba. Un tipo que viene con un doctorado es fantástico, uno que viene con una educación media es una idea horrorosa. Para mantener la población que necesitaríamos, el flujo de inmigrantes que necesitamos es tal que los españoles nos convertiríamos en minoría en España”.

Esta semana, el Banco de España ha publicado el artículo La contribución de la población extranjera en España al crecimiento del PIB per cápita en el periodo 2022-2024, que concluye que en ese período aportaron entre un 0,4% y un 0,7%, dependiendo de si se refiere a los que tienen nacionalidad extranjera o a los que han nacido en el extranjero. A finales de 2024, en España había casi nueve millones nacidos en otro país (el 18,4%), de los que 6,7 millones (el 13,8% de la población) siguen siendo extranjeros. Por tanto, en los últimos años los emigrantes han aportado casi un 25% del crecimiento medio anual del PIB per cápita, que ha sido del 2,9%.

La contribución ha ido mejorando, precisamente porque los extranjeros que han llegado en los últimos años traen mejor nivel educativo, lo que hace que estén en actividades más productivas. El 43% de los inmigrantes que llegaron en 2022 tenía estudios superiores (grado universitario o ciclo formativo de grado superior), 23 puntos más que la preparación que traían en 2008, según datos del estudio Una caracterización de los flujos migratorios hacia España y otros países, también publicado por el Banco de España. Al tiempo, los que llegan con nivel educativo bajo han caído en 15 puntos en el mismo periodo, pasando del 45% al 30%. De hecho, a España llegan inmigrantes con más formación que a Alemania, Francia e Italia. De los que llegaron aquí en 2022, el 70,4% tenía formación media o alta, un punto más que en Alemania, siete puntos más que en Francia y 21 por encima de Italia, según datos de Eurostat mencionados en dicho estudio.

Esta evolución ha llevado a que el nivel formativo del conjunto de los extranjeros que vive en España, no solo de los que han llegado en ese período, mejore en siete puntos, pasando del 21% en 2008 al 28% en 2022, cinco puntos menos que el de los nativos, que es del 33%. Para colmo, el mismo estudio revela que uno de cada dos extranjeros que trabaja en España está sobrecualificado para la función que desarrolla, algo que también sucede con los nativos, pero en una proporción menor, uno de cada tres.

Por tanto, los datos ponen de manifiesto que la formación de los inmigrantes no es tan baja: están sobrecualificados para lo que demanda este país, y que claramente aportan al crecimiento. Los problemas de la economía española no tienen tanto que ver con la nacionalidad, sino con el elevado peso de sectores, como los servicios y el turismo, que tienen salarios más bajos. Los datos cuestionan las aseveraciones de Fernández-Villaverde, cuyo discurso choca con muchas preguntas. ¿Qué determina más el acceso a los mejores empleos, los que más aportan a las arcas públicas: la nacionalidad o la formación? ¿El turco que es CEO de BBVA o el camarero del kebab de la esquina? ¿El éxito de Estados Unidos tiene algo que ver con la inmigración, tanto la que llega a Harvard como los braceros? Fernández-Villaverde cuenta sorprendido que el cortador de jamón que le atendió en el supermercado Sánchez Romero en Madrid era extranjero. ¿De dónde son los empleados que atienden casi cualquier negocio en Nueva York?

Estigmatizar la inmigración está siendo muy eficaz para el ascenso de la extrema derecha en todo Occidente. Su crecimiento sirve para que los partidos conservadores tradicionales recuperen el poder, aunque apoyados en la muleta de formaciones ultras. Únicamente en Alemania los conservadores han preferido aliarse con la izquierda para frenar a los simpatizantes del fascismo.

Queda claro que instituciones como el Banco de España, que acaba de hacer el ridículo censurando de su Informe Anual la opinión experta sobre las pensiones públicas, tiene que redoblar sus esfuerzos para hacer pedagogía y desmontar discursos que hacen prender el racismo entre las élites. A los periodistas toca poner en evidencia las contradicciones, con mesura y sin miedo, y que cada uno llegue a sus conclusiones.

Aurelio Medel es periodista. Doctor en Ciencias de la Información

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